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sábado, 14 de mayo de 2011

DIOS PUEDE SER TU GUARDAESPALDAS TE GUSTARIA?



Salmo 127.1 (RVR60)

1 Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad En vano vela la guardia. 





Lectura bíblica: Salmo 8:4Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; y el hijo del hombre, para que lo visites? Lo has hecho un poco menor que los ángeles y le has coronado de gloria y de esplendor. 

El gentío apretujaba a Adriana contra la barricada de soga, pero nadie la iba a sacar de la primera línea. Hacía cinco horas que se había apostado en este lugar, en espera de una limusina con un joven impresionante. Junto con sus padres, los reyes, el joven príncipe pasaría por el pueblo de Adriana.
Adriana había oído que este muchacho era inteligente, cortés y que hablaba cinco idiomas, así que sabía que tenía encantos como nadie. Cuando apareció la limusina y el príncipe saludó, Adriana pensó que poder verlo una vez valía la pena la espera.
A menos que seas de cuna real o hayas llegado a ser un deportista profesional o un cantante de moda, es más que probable que ningún gentío se junta para honrarte, ni te rodean guardaespaldas para protegerte, ni la gente hace arreglos especiales para ti.
Pero, ¿sabes que todos los días de tu vida recibes esa atención especial por parte de Dios? Dios hace exactamente esas tres cosas por nosotros, porque para él somos más importantes que cualquier celebridad:
Nos honra con su atención especial, como lo describe el Salmo 8:4, 5.
Envía sus ángeles para que nos protejan. El Salmo 91:11 dice: “Pues a sus ángeles dará órdenes acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos”.
Está haciendo arreglos especiales para nosotros. Juan 14:2 dice: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay… Voy, pues, a preparar lugar para vosotros”.
Dios no nos considera grandes porque seamos tan buenos. Ninguno de nosotros es tan bueno como para merecer ese tipo de atención. Nos llena de honores por lo que Jesucristo hizo por nosotros, muriendo por nuestros pecados y quitando todo lo malo que ofendería a Dios el Padre.
El gran amor de Dios por nosotros no cambia aun cuando actuamos en formas que distan mucho de corresponder a la realeza. Nuestros pecados entristecen a Dios, pero él nos brinda una manera de seguir siendo superestrellas a sus ojos. ¿Recuerdas lo que dice 1 Juan 1:9? “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
Cuando haces algo que obstruye tu relación con Dios, haz inmediatamente lo necesario para volver a estar bien con él. ¡Vive como el hijo singular que eres!

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