Sobrellevad los unos las cargas de los otros. Gálatas 6:2
Ese es un problema que enfrentas cuando quieres estar a disposición de un amigo. Es rara la vez cuando alguien dice espontáneamente: “Necesito ayuda”. Pero puedes estar seguro de que el momento de ser un amigo disponible es cuando alguien habla o actúa de una manera que refleja algunos de estos importantes síntomas:
• Desilusión. Roberto se sintió muy desilusionado cuando no lo escogieron para integrar el equipo de fútbol, pero a varios de sus compañeros sí. Estás viendo desilusión cuando las esperanzas o expectativas de un amigo no se cumplen. Muchas desilusiones son pequeñas, pero duelen.
• Desaliento. Las desilusiones de Dora con sus estudios se fueron acumulando hasta que sintió que estaba debajo de una pila de desalientos. Estás viendo desaliento cuando tu amigo parece haber perdido sus esperanzas, el sentido de confianza y parece indiferente a todo.
• Depresión. El desaliento de Arturo por su situación familiar le produjo largos períodos de melancolía, tristeza y un retraerse de los demás. Todo eso es síntoma de la depresión.
Es posible que haya a tu alrededor personas agobiadas por el peso de la desilusión, el desaliento y la depresión, no obstante quizá no las hayas notado.
¿Por qué? Bueno, tú, ¿qué tal eres para disimular tus verdaderos sentimientos? Aun si eres de los que exteriorizan todo lo que piensan y sienten, recuerda que muchos no. Igual como el amigo de Javier, se callan y no dicen nada. Pero a medida que los demás ven que eres una persona bondadosa a disposición de los demás, entonces esos amigos comenzarán a exteriorizar sus sentimientos compartiéndolos contigo. Puedes aprender a detectar cuando alguien “anda por el suelo” si eres sensible a los síntomas mencionados. Y siempre puedes preguntar: “Te lo pregunto en serio, ¿cómo estás?”.
No cabe duda de que Dios invita a tus amigos que sufren a contarle sus preocupaciones y problemas (ver 1 Pedro 5:7). Porque a Dios le importan nuestros desencantos, desalientos y nuestra depresión, promete ayudarnos (ver Hebreos 4:16). Pero Dios tiene otra estrategia para ayudar: ponerte a ti en la vida de tus amigos que pasan por dificultades.
No podrás resolver todos los problemas de tus amigos. Y con frecuencia tendrás que pedirle ayuda a un adulto, especialmente cuando un amigo cae en el desaliento, y siempre cuando parece deprimido. Y siempre puedes escuchar.
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