Lectura bíblica: 1 Pedro 1:18, 19
Tened presente que habéis sido rescatados… con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 1 Pedro 1:18, 19
Hace varios siglos, un estudioso llamado Morena fue forzado a dejar su hogar. Viviendo en la pobreza en Lombardía, Italia, Morena enfermó de gravedad. Fue llevado a un hospital de caridad. Los médicos, creyendo que el paciente, de apariencia deplorable, era un ignorante, empezaron a hablar entre ellos en latín junto a su lecho. Dijeron:
—Esta criatura despreciable de cualquier manera va a morir, así que probemos hacer un experimento con él.
Morena dominaba el latín casi tan bien como su propia lengua. Juntando todas sus fuerzas, se levantó en la cama y dijo a los sorprendidos doctores:
—¿Cómo pueden llamar “despreciable” a alguien por quien Cristo murió?
Es doloroso observar las maneras como la gente decide cuánto vale alguien.
• Un equipo de béisbol determina que cierto jugador vale decenas de millones de dólares en el transcurso de su carrera como jugador.
• Un soldado en combate descubre que vale una vida humana cuando otro soldado se interpone y es baleado para salvarlo.
• Una madre con muy poco dinero descubre que vale los esfuerzos de voluntarios que dedican días a pintar su casa deteriorada.
Pero como Morena comprendió claramente, nuestro mayor valor como cristianos viene del hecho de que Dios el Padre permitió que Jesucristo —su Hijo sin pecado— muriera por nuestros pecados. En 1 Pedro 1:18, 19, el apóstol Pedro dijo que no existe cantidad de plata u oro comparable a ese sacrificio. Jesús declaró lo que valemos cuando dijo: “Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).
A los ojos de Dios, valías la muerte de su Hijo. Mientras estabas atrapado en tus pecados y en guerra con Dios, no había nada en ti que atrajera a Dios o que lo hiciera enviar a su Hijo para morir por ti (ver Romanos 5:8). No eras recto. No eras bueno. Eras un pecador, exactamente lo contrario al Cordero perfecto. Pero Dios consideró que eras digno de ser amado y tu valor subió tremendamente cuando Jesús dio su vida por ti.
No importa cuál es tu valor para otros en términos terrenales, eres eternamente inestimable por el precio que el Padre cariñosamente pagó por ti.
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