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viernes, 29 de abril de 2011

HARIAS UN UGUJERO EN EL TECHO POR TU AMIGO?



CUANDO UNA AMA A SUS AMIGOS LOS LLEVA A CONOCER A JESUS





Marcos 2.1–12 (RVR60)
1 Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa.
2 E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.
3 Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro.
4 Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
5 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones:
7 ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
8 Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones?
9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?
10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico):
11 A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa. 



—¡Oye! ¿qué pasa ahí arriba? —se para repentinamente un escriba vestido de una magnífica túnica, interrumpiendo a Jesús que está enseñando. Señala enojado a un palo que aparece por el techo de la casa repleta de gente. Otros líderes de aspecto importante se levantan alterados, observando cómo el palo va abriendo un agujero grande, derramando adobe y polvo sobre los que están abajo.
El público mira fijamente el agujero donde se ven cuatro pares de manos rompiendo las baldosas del techo. Enseguida esas manos bajan una litera; en ella está un hombre que no se puede mover. El hombre paralítico está sufriendo físicamente. Tiene que depender de sus familiares y amigos en todo lo que necesita. También sufre espiritualmente porque es un pecador que necesita perdón.
Esos son los datos principales del hombre en la litera, pero ¿quiénes eran los cuatro señores que hicieron un agujero en el techo para poner a su amigo enfrente de Jesús?
La Biblia no nos da nombres, pero es lógico suponer que eran hombres comunes que tenían un amigo que necesitaba a Jesús. Eran como nosotros: personas comunes con amigos necesitados.
Y estos hombres comunes pudieron valerse del poder de Jesús.
Lo hicieron así. Tenían una fe bastante grande como para creer que Jesús haría algo por su amigo que sufría… bastante grande como para cortar un agujero en el techo… bastante grande como para derramar trozos de adobe y polvo sobre la gente abajo, luego mirar en la habitación con esperanza, mientras Jesús enfocaba su atención en el paralítico. Jesús, que tiene poder sobre la enfermedad y el pecado, vio la fe de ellos y usó su autoridad para sanar al paralítico.
Piénsalo. El hombre está acostado de espalda, sin poder mover un músculo. Quizá hacía años que estaba así. Entonces Jesús dice: “A ti te digo, ¡levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!” (Marcos 2:11). Y, de pronto, el hombre se pone de pie y se está moviendo como todos los demás en el cuarto. ¡Qué poder!
Jesús tiene todo el poder de Dios. Aun así, no tienes que preocuparte de que Jesús irrumpa en tu vida, invada tus actividades y te obligue a recibir su ayuda. Él es el único ser en el universo que necesitas para derrotar todos los obstáculos de la vida: físicos, mentales y espirituales. Pero él no te va a empujar. Tiene paciencia. Se mantiene listo. Está disponible para aplicar su autoridad en tu vida y en la de tus amigos y familiares. Lo único que tienes que hacer es pedirle que lo haga.




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