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miércoles, 15 de junio de 2011

La Bendición Desciende De Dios


La bendición que da Jehová no añade con ella tristeza 





Salmo 128:5Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida.” 
Esta es una promesa para el hombre temeroso de Dios que camina en los caminos de la santidad con diligente atención. Él tendrá una bendición doméstica: su esposa e hijos serán la fuente de una gran felicidad hogareña. Pero, además, como un miembro de la iglesia, él desea ver que la causa prospere, pues está tan preocupado por la casa del Señor como por la suya propia.
Cuando el Señor edifica nuestra casa, es justo que deseemos ver edificada la casa del Señor. Nuestros bienes no serán en verdad un bien a menos que promovamos mediante ellos, el bien de la iglesia elegida del Señor.
Sí, obtendrás una bendición cuando subas a las asambleas de Sion; serás instruido, vivificado y consolado en el lugar donde la oración y la alabanza ascienden y es dado el testimonio del Grandioso Sacrificio. “Bendígate Jehová desde Sion.”
Y no solamente tú serás beneficiado; la misma iglesia prosperará; los creyentes se verán multiplicados, y su santa obra se verá coronada de éxito. Ciertos hombres agraciados ven cumplida esta promesa para ellos durante toda su vida. ¡Ay!, cuando ellos mueren su causa a menudo se debilita. Debemos estar entre aquellos que traen buenas cosas a Jerusalén todos sus días. ¡Señor, por tu misericordia haznos como ellos!

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